miércoles, 15 de octubre de 2014

Adicciones.


Los adictos ignoran el daño que se están provocando. Harinas y azúcares deterioran progresivamente casi todos los órganos responsables de la digestión de los alimentos y ponen al corazón al límite de sus posibilidades. Los adictos al tabaco castigan sus pulmones y su vejiga de una forma cruel que en el tiempo les causará disminuciones funcionales o enfermedades incurables. Las adicciones tecnológicas muchas veces simplifican las cuentas de la vida impidiendo e inhibiendo el razonamiento lógico. La repetición impide ver con claridad el mal que genera. La dependencia no permite resolverla. Los daños que se producen se aceptan primero por ignorancia de lo que ocurre y luego por incapacidad de liberarse y modificar en rumbo. La visión del cuerpo se distorsiona. La modificación imperceptible logra que no se comprenda la deformidad o el daño. Y, finalmente y lo peor, la mayoría de los casos suelen arrastrar en sus vicios al resto de la familia y en particular a los menores. Despertarse a tiempo y poner en marcha voluntad y empeño para corregir estos caminos destructivos del organismo debe ser prioritario.

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